domingo, 10 de marzo de 2013

Venezuela


Pido disculpas a quienes regularmente me leen, pues encontrarán este post un poco alejado del estilo con el que suelo escribir. Sin embargo, no se en dónde más vaciar todas estas ideas.

A Venezuela se le agotó el respeto y la conciencia, vaciamos todo el que nos quedaba y lo llenamos con falsedad y doble cara. Se nos olvidó lo que es respetar el pensamiento de los demás, sus creencias aunque sean distintas a las nuestras, el entender que la realidad en la que vives no es ni será la misma en que viven otros, que la verdad no es absoluta y que depende de la percepción de cada quien y por encima de todas las cosas, se nos olvidó la decencia de querer convertirnos en mejores seres humanos.

Hablan del resentimiento que Chávez creó en los pobres hacia la clase media y hacia los ricos de este país, y la comparto, pero no ven el asco que se creó por parte de estas dos últimas clases hacia los primeros. Hablamos como si no existieran, como si no valieran o no tuvieran necesidades , y por eso fue que él pudo llegarles y ahora hacen colas kilométricas por más de 24 horas para despedirlo durante 4 segundos. Como escuché a un chamo en VTV "Chávez era mi color. Era un lenguaje sencillo. Chávez era como yo".

Jamás apoyé a Chávez, básicamente porque sus ideales no coinciden con los míos. Al principio fue cuestión de feeling, no me gustó porque algo en él no encajaba conmigo y eso me parecía extraño, porque si alguien tenía carisma y era todo un verdugo con la oratoria, era Hugo Chávez. El problema empezó cuando comencé a analizar sus palabras, cuando estando en la universidad empecé a estudiar a Marx y su socialismo que me pareció en extremo utópico...¿cómo no iba a parecerme absurdo en el año 2001? Siempre he sido opositora y mientras en el gobierno exista un régimen que apoye el socialismo lo seré.

Luego empezó el tema del odio, el repertorio de Chávez se convirtió en insultos hacia quiénes pensábamos distinto a él: Desde escuálido a majunche, desde apátrida hasta imperialista, incluso llegamos a ser los burguesitos oligarcas. A Chávez lo carcomió el poder y la necesidad de venderle sus ideales a todo un país. Nunca tuvo un discurso conciliatorio, insistió en excluir a quiénes como yo, no lo apoyábamos y aun con más tristeza todo su equipo de gobierno y sus seguidores lo repiten. Y justo por eso, no los apoyo.

Yo me niego a ser igual, yo quiero ser mejor persona. Cuando mi hijo llora, yo no me lanzo al piso a patalear con él. Yo lo levanto y le explico que así no se solucionan las cosas y tal vez hoy no me entienda, pero con el tiempo lo hará.

A estas alturas ya poco me importa si Hugo Chávez murió en Cuba o en Venezuela, si lo cambiaron de ataúd o si el que recorrió las calles de Caracas llevaba su cuerpo o no. Murió. Se murió porque era un hombre y eso es lo único que todos tenemos seguro en esta vida. Murió y aunque nunca lo apoyé, fui incapaz de celebrar su muerte. Soy incapaz de decir ridiculeces como "el no lloró la muerte de Franklin Brito así que celebro la suya", primero, porque yo tampoco la lloré; segundo, porque Chávez murió por una enfermedad y Brito decidió atarse a una lucha y tercero, porque si me burlo de la muerte solo porque en teoría él lo hizo o lo haría, no me diferencio en nada de él.

Como dije antes, quiero ser un mejor persona. Soy analítica y tengo criterio propio como para no convertirme en fanática de algo o alguien y sobre todo, tengo capacidad de sacar conclusiones sin que alguien más venga a decirme qué pensar. Abran los ojos y no dejen que el odio los ciegue, porque mientras eso pase, no vamos a conseguir nada. 

No creo que quede mucho más que agregar. Nos vemos el 14.
  


Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, homenaje al Presidente Chávez





lunes, 4 de marzo de 2013

Se imprime talento

Entre zapatos lustrosos desencajan zapatillas que en algún momento fueron negras. Al levantar la mano para dar a conocer ideas, resalta una extraña forma en tinta negra, casi imposible de identificar a simple vista que hace que te miren distinto. Una franela de algún color que no importa, pues solo se nota la mancha de alguna salsa roja, de tomate posiblemente, que no combina con los cuellos y puños blancos de las camisas de los demás.

Un río de colores que flota en el aire, dejando estela de las conexiones que hacen las ideas con el mundo, tratando de llevar el ritmo de alguna música inaudible para los demás.

Miradas cargadas de necesidad de poder tratando de opacar tu hambre de éxito y de querer ser mejor cada día. Narices dolidas que chocan ante espaldas que aparecieron el día que decidiste seguir tus instintos.

Sonrisas de satisfacción por hacer lo que te apasiona, aplausos y ovaciones por lo fuerte en que se ha convertido tu escudo ante lo que dicen los demás.

Una mano que se abre camino entre otras tantas que se apartan porque besaste a quien te hace feliz y es anatómicamente igual a ti.

En un bolsillo suenan las llaves que abren las puertas de quiénes no entienden que es necesario romper paradigmas y hacer cosas nuevas para obtener resultados distintos. Se buscan nubes que pisar, manos que ayuden a abrir espacios, ojos que no vean de donde provienen las voces que gritan que lo único que se necesita, es lo que más sobra: aquí se imprime talento.

jueves, 31 de enero de 2013

Te quiero de colores

Te me antojas en colores y a todo volumen, por las noches mientras duermo y cuando me despierto sin ti. En sabores y recuerdos, en las páginas de los libros, en canciones y hasta en estas letras te me antojas.

Te extraño en señas, en sonidos irreconocibles, en grafittis sobre paredes recién pintadas por un dueño detallista. Sin anestesia y con puntos incluidos.

Te pienso en verde, en cada matiz y sin pixelar, sobre mi piel, en tinta indeleble, en mis pisadas, en mis tropiezos, mis carcajadas y hasta en mi forma de hablar.

B.