Apareciste para complicarme los días y hasta para no dejarme dormir de noche. Para convertirme
la vida en un montón de explicaciones innecesarias, en sentimientos
indefinidos, para enseñarle a mi ego que también lo pueden golpear y para recordarme
por qué no demuestro sentimientos.
Pero también llegaste para
recordarme que no soy tan dura como creo, que a veces siento y no todo logro
controlarlo, llegaste para hacerme querer más y para recordarme a mi misma que
no puedo cambiar quien soy ni cómo soy por alguien más, y que quien me quiera, tendrá que hacerlo así tal cual. Para hacerme reír, para mantenerme entretenida
días y noches enteras hablando contigo, para extrañarte cuando no estás, para preocuparme
por ti y por odiar a cualquier que te haga daño, para dormir entre tus brazos y
extrañar hasta tus ronquidos.
Lamento haber llegado antes,
tal vez debí conocerte después, pero ya que estás aquí quiero encontrar una
manera para que no te vayas, para que no quieras irte y para que los dos estemos
bien en este completo y absoluto -nuestro- desastre.