Era hora de partir desde hace mucho, pero la culpa no la dejaba. Siempre había tendido a pensar en los demás antes que en ella, pero esta vez fue distinto.
De haber sabido que solo esto hacía falta para finalmente cerrar la puerta al salir, hace mucho que le hubiera pedido que la decepcionara. Esa llamada le dio el valor para no mirar nunca más hacia atrás, para caminar con paso firme lo más lejos de ahí con ninguna intención de regresar algún día.
Caminó varios días con una molestia a cuestas, cuestionándose a si misma por haberse equivocado en una decisión tan vital, molesta por haber soportado tanto durante tanto tiempo y sorprendida por como ocurrían las cosas.
Lo que nunca esperaba era darse cuenta que de tanto caminar fue soltando todo el odio en el camino, incluso recordó que algún día lo amó y que no se arrepentía de nada porque a pesar de todo la felicidad de su vida nació de ahí.
Agradecida comenzó a sonreír. Finalmente había entendido que las personas no cambian, que siempre sería así y que ya no estaba dispuesta a perdonarlo más. Que ahora sea la labor de alguien más.
FIN
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