Apareciste para complicarme los días y hasta para no dejarme dormir de noche. Para convertirme
la vida en un montón de explicaciones innecesarias, en sentimientos
indefinidos, para enseñarle a mi ego que también lo pueden golpear y para recordarme
por qué no demuestro sentimientos.
Pero también llegaste para
recordarme que no soy tan dura como creo, que a veces siento y no todo logro
controlarlo, llegaste para hacerme querer más y para recordarme a mi misma que
no puedo cambiar quien soy ni cómo soy por alguien más, y que quien me quiera, tendrá que hacerlo así tal cual. Para hacerme reír, para mantenerme entretenida
días y noches enteras hablando contigo, para extrañarte cuando no estás, para preocuparme
por ti y por odiar a cualquier que te haga daño, para dormir entre tus brazos y
extrañar hasta tus ronquidos.
Lamento haber llegado antes,
tal vez debí conocerte después, pero ya que estás aquí quiero encontrar una
manera para que no te vayas, para que no quieras irte y para que los dos estemos
bien en este completo y absoluto -nuestro- desastre.
Pido disculpas a quienes regularmente me leen, pues encontrarán este post un poco alejado del estilo con el que suelo escribir. Sin embargo, no se en dónde más vaciar todas estas ideas.
A Venezuela se le agotó el respeto y la conciencia, vaciamos todo el que nos quedaba y lo llenamos con falsedad y doble cara. Se nos olvidó lo que es respetar el pensamiento de los demás, sus creencias aunque sean distintas a las nuestras, el entender que la realidad en la que vives no es ni será la misma en que viven otros, que la verdad no es absoluta y que depende de la percepción de cada quien y por encima de todas las cosas, se nos olvidó la decencia de querer convertirnos en mejores seres humanos.
Hablan del resentimiento que Chávez creó en los pobres hacia la clase media y hacia los ricos de este país, y la comparto, pero no ven el asco que se creó por parte de estas dos últimas clases hacia los primeros. Hablamos como si no existieran, como si no valieran o no tuvieran necesidades , y por eso fue que él pudo llegarles y ahora hacen colas kilométricas por más de 24 horas para despedirlo durante 4 segundos. Como escuché a un chamo en VTV "Chávez era mi color. Era un lenguaje sencillo. Chávez era como yo".
Jamás apoyé a Chávez, básicamente porque sus ideales no coinciden con los míos. Al principio fue cuestión de feeling, no me gustó porque algo en él no encajaba conmigo y eso me parecía extraño, porque si alguien tenía carisma y era todo un verdugo con la oratoria, era Hugo Chávez. El problema empezó cuando comencé a analizar sus palabras, cuando estando en la universidad empecé a estudiar a Marx y su socialismo que me pareció en extremo utópico...¿cómo no iba a parecerme absurdo en el año 2001? Siempre he sido opositora y mientras en el gobierno exista un régimen que apoye el socialismo lo seré.
Luego empezó el tema del odio, el repertorio de Chávez se convirtió en insultos hacia quiénes pensábamos distinto a él: Desde escuálido a majunche, desde apátrida hasta imperialista, incluso llegamos a ser los burguesitos oligarcas. A Chávez lo carcomió el poder y la necesidad de venderle sus ideales a todo un país. Nunca tuvo un discurso conciliatorio, insistió en excluir a quiénes como yo, no lo apoyábamos y aun con más tristeza todo su equipo de gobierno y sus seguidores lo repiten. Y justo por eso, no los apoyo.
Yo me niego a ser igual, yo quiero ser mejor persona. Cuando mi hijo llora, yo no me lanzo al piso a patalear con él. Yo lo levanto y le explico que así no se solucionan las cosas y tal vez hoy no me entienda, pero con el tiempo lo hará.
A estas alturas ya poco me importa si Hugo Chávez murió en Cuba o en Venezuela, si lo cambiaron de ataúd o si el que recorrió las calles de Caracas llevaba su cuerpo o no. Murió. Se murió porque era un hombre y eso es lo único que todos tenemos seguro en esta vida. Murió y aunque nunca lo apoyé, fui incapaz de celebrar su muerte. Soy incapaz de decir ridiculeces como "el no lloró la muerte de Franklin Brito así que celebro la suya", primero, porque yo tampoco la lloré; segundo, porque Chávez murió por una enfermedad y Brito decidió atarse a una lucha y tercero, porque si me burlo de la muerte solo porque en teoría él lo hizo o lo haría, no me diferencio en nada de él.
Como dije antes, quiero ser un mejor persona. Soy analítica y tengo criterio propio como para no convertirme en fanática de algo o alguien y sobre todo, tengo capacidad de sacar conclusiones sin que alguien más venga a decirme qué pensar. Abran los ojos y no dejen que el odio los ciegue, porque mientras eso pase, no vamos a conseguir nada.
No creo que quede mucho más que agregar. Nos vemos el 14.
Orquesta SinfónicaSimónBolívar, homenaje al Presidente Chávez
Entre zapatos lustrosos desencajan zapatillas que en algún momento fueron negras. Al levantar la mano para dar a conocer ideas, resalta una extraña forma en tinta negra, casi imposible de identificar a simple vista que hace que te miren distinto. Una franela de algún color que no importa, pues solo se nota la mancha de alguna salsa roja, de tomate posiblemente, que no combina con los cuellos y puños blancos de las camisas de los demás.
Un río de colores que flota en el aire, dejando estela de las conexiones que hacen las ideas con el mundo, tratando de llevar el ritmo de alguna música inaudible para los demás.
Miradas cargadas de necesidad de poder tratando de opacar tu hambre de éxito y de querer ser mejor cada día. Narices dolidas que chocan ante espaldas que aparecieron el día que decidiste seguir tus instintos.
Sonrisas de satisfacción por hacer lo que te apasiona, aplausos y ovaciones por lo fuerte en que se ha convertido tu escudo ante lo que dicen los demás.
Una mano que se abre camino entre otras tantas que se apartan porque besaste a quien te hace feliz y es anatómicamente igual a ti.
En un bolsillo suenan las llaves que abren las puertas de quiénes no entienden que es necesario romper paradigmas y hacer cosas nuevas para obtener resultados distintos. Se buscan nubes que pisar, manos que ayuden a abrir espacios, ojos que no vean de donde provienen las voces que gritan que lo único que se necesita, es lo que más sobra: aquí se imprime talento.
Te me antojas en colores y a todo volumen, por las noches mientras duermo y cuando me despierto sin ti. En sabores y recuerdos, en las páginas de los libros, en canciones y hasta en estas letras te me antojas.
Te extraño en señas, en sonidos irreconocibles, en grafittis sobre paredes recién pintadas por un dueño detallista. Sin anestesia y con puntos incluidos.
Te pienso en verde, en cada matiz y sin pixelar, sobre mi piel, en tinta indeleble, en mis pisadas, en mis tropiezos, mis carcajadas y hasta en mi forma de hablar.
Le ataré un cordón a la luna para que no se me pierda, le prenderé una vela a la noche para acompañar a las estrellas, caminaré descalza por la playa para sentir la arena entre mis dedos. Voltearé, sonreiré al encontrar tu sonrisa y te daré mi mano.
Te veré en la cama dormido y te acompañaré hasta en sueños, seré tu calma y la mejor decisión que hayas tomado. Te haré feliz, te haré soñar y te regalaré los mil amores guardados que nunca quise entregarle a nadie más.
Me decidí a ser feliz, a sentir sin frenos, a crear un nuevo ritmo: nuestro ritmo. A soñar con suspiros un futuro, a recrear repetidas veces en mi mente nuestro primer beso y hasta ese nudo invisible que se deshizo cuando te atreviste a decir el primer te amo.
Sirva la presente para notificarle que quien suscribe, se enamoró de usted. No sabría exactamente definir el momento en que ocurrió dicho incidente, pero haré mi mejor esfuerzo para definir 10 razones por las que considero esta situación ocurre. A saber:
1. Su sonrisa.
2. Sus chistes malos, por supuesto.
3. Cada una de las veces que me he descubierto imaginándonos juntos.
4. Por la mujer en la que me convierto cuando me enreda entre las sábanas. (De las mujeres en las que me convierto sobre la mesa de la cocina, las escaleras, sofás y otras áreas conversaremos luego).
5. Por su mirada, chinita o no, que me derrite inevitablemente.
6. Su eterna calma y manera de llevar las cosas, que me han enseñado a asumir la vida con un relax increíble.
7. Sus besos convertidos en corrientazos eléctricos por todo mi cuerpo.
8. Sus "te amo", los apodos que me dice y su manera de ser.
9. Sus sueños conmigo, las ganas de cumplirlos y de crear un futuro a mi lado, y
10. Porque no existe otra mejor manera de vivir esto que amándolo como lo hago.
Expuestos los motivos, me despido no sin antes recordarle que inevitablemente soy suya
“Pero es que no se parece nada a ti, chica” es una de las frases que más he escuchado desde hace 19 meses, y es que desde el día en que te vi en una pantalla, en blanco y negro y dormidito en mi barriga yo no te vi igualito a nadie. Eras tú, chupándote el dedo y dándole la espalda a la doctora porque te fastidiaba para que te dejaras ver, igual de arisco que ahorita.
Digamos que tienes lo mejor de los dos mundos (y con mejor me refiero a lo que se supone tenías que mejorar). Tienes un carácter y un temple que aunque me vuelve loca, admiro. De verdad, hijo, porque hay que ser bien valiente para tener año y medio y decirle gritado que no a todo el mundo, arrancar a correr cuando te van a regañar e ir mordiendo cuanto brazo se atraviese en tu camino. La mayoría de las veces no haces caso, tienes que hacer las cosas como tú quieres hacerlas o no las haces, armas unos berrinches que provoca darte la espalda y dejarte solo hasta que entiendas lo que estás haciendo y me desafías con la mirada justo antes de lanzar al piso algo mientras te pido que no lo hagas.
Pero por encima de todo eso, están esas carcajadas que me llenan de aire el pecho cuando volteo y te veo risueño. Está tu sonrisa, cuando me ves llegar y sales corriendo. Están tus abrazos, tus besos, tus cariños, tus escapadas nocturnas de tu cuna a mi cama para dormirte haciéndome cariños en el cabello. Tus piecitos que provoca comérmelos, tus manos, esos enormes cachetes que te hacen ver tan bello y tus ojos hermosos que me derriten siempre.
Siento que el tiempo corre cuando te veo, hace nada eras tan chiquito. Espero que la vida me alcance para poder darte lo que mereces, enseñarte el valor de las cosas, dejarte todos mis principios y hasta los que no tengo, que tengas recuerdos plenos y felices y que cuando algún día, te toque volar solo me sienta orgullosa de mi misma por el hombre que formé.