“Pero es que no se parece nada a ti, chica” es una de las frases que más he escuchado desde hace 19 meses, y es que desde el día en que te vi en una pantalla, en blanco y negro y dormidito en mi barriga yo no te vi igualito a nadie. Eras tú, chupándote el dedo y dándole la espalda a la doctora porque te fastidiaba para que te dejaras ver, igual de arisco que ahorita.
Digamos que tienes lo mejor de los dos mundos (y con mejor me refiero a lo que se supone tenías que mejorar). Tienes un carácter y un temple que aunque me vuelve loca, admiro. De verdad, hijo, porque hay que ser bien valiente para tener año y medio y decirle gritado que no a todo el mundo, arrancar a correr cuando te van a regañar e ir mordiendo cuanto brazo se atraviese en tu camino. La mayoría de las veces no haces caso, tienes que hacer las cosas como tú quieres hacerlas o no las haces, armas unos berrinches que provoca darte la espalda y dejarte solo hasta que entiendas lo que estás haciendo y me desafías con la mirada justo antes de lanzar al piso algo mientras te pido que no lo hagas.
Pero por encima de todo eso, están esas carcajadas que me llenan de aire el pecho cuando volteo y te veo risueño. Está tu sonrisa, cuando me ves llegar y sales corriendo. Están tus abrazos, tus besos, tus cariños, tus escapadas nocturnas de tu cuna a mi cama para dormirte haciéndome cariños en el cabello. Tus piecitos que provoca comérmelos, tus manos, esos enormes cachetes que te hacen ver tan bello y tus ojos hermosos que me derriten siempre.
Siento que el tiempo corre cuando te veo, hace nada eras tan chiquito. Espero que la vida me alcance para poder darte lo que mereces, enseñarte el valor de las cosas, dejarte todos mis principios y hasta los que no tengo, que tengas recuerdos plenos y felices y que cuando algún día, te toque volar solo me sienta orgullosa de mi misma por el hombre que formé.
Te amo, Daniel. Felices 19 meses <3
No hay comentarios:
Publicar un comentario